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El garbanzo destaca por ser una fuente destacable de hidratos de carbono de absorción lenta, que producen una asimilación gradual de la glucosa, así que evita el desequilibrio de los niveles de azúcar y genera una energía constante. Es muy proteico, pero al mismo tiempo, muy pobre en grasas saturadas y rico en fibra. Al combinar garbanzos con cereales (arroz, cuscús…) la calidad de sus proteínas aumenta. Así su riqueza en fibra mejora el tránsito intestinal y contribuye a que la absorción de los hidratos de carbono sea todavía más lenta. El garbanzo tiene muchos minerales, sobre todo fósforo, hierro y magnesio, y es especialmente rico en vitaminas B1, B6 y ácido fólico.
MODO DE USO:
Al no tenerse que cocinar, te ahorran un montón de tiempo y dan mucho juego. Se pueden incluir tanto en platos fríos como calientes. Ofrece muchas posibilidades en la cocina, permite la preparación de platos muy diversos y consistentes, desde pucheros y potajes de invierno hasta ensaladas de verano. Las hortalizas de raíz, como la zanahoria, el nabo o la chirivía, le aportan sabor y textura, al tiempo que ayudan a facilitar su asimilación. Los cereales, incluidos en muchas recetas tradicionales, complementan sus valores nutritivos, sobre todo si se emplean en la proporción adecuada: una parte de garbanzos por dos y media de cereal; de esta manera se complementan adecuadamente las proteínas, potenciando su asimilación. Con esta legumbre se preparan otras recetas deliciosas, como el tradicional hummus o paté de garbanzos, muy popular en Oriente Medio, o los falafels, bolitas fritas a base de garbanzos, cebolla, ajo, perejil y cilantro.