El estrés y la ansiedad son respuestas naturales del cuerpo humano ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Ambos tienen una base evolutiva y pueden ser beneficiosos en ciertas circunstancias, ya que nos preparan para enfrentar situaciones difíciles. Sin embargo, cuando se vuelven crónicos o abrumadores, pueden tener efectos negativos en la salud física y mental.
Por ejemplo, cuando una persona sufre de ansiedad, el cerebro experimenta una serie de cambios y respuestas bioquímicas y neurales:
- Amígdala activada: La amígdala es una región del cerebro involucrada en la detección de amenazas y la respuesta emocional. En situaciones de ansiedad, la amígdala tiende a estar hiperactiva. Detecta señales de peligro, incluso si son irracionales o exageradas, y desencadena una respuesta de lucha o huida.
- Hipotálamo y glándulas suprarrenales: El hipotálamo, otra región cerebral, desencadena la liberación de la hormona del estrés, el cortisol, a través de las glándulas suprarrenales. El aumento de los niveles de cortisol en el cuerpo puede contribuir a la sensación de tensión y al aumento de la frecuencia cardíaca.
- Sistema nervioso simpático: La ansiedad activa el sistema nervioso simpático, que prepara al cuerpo para responder a una amenaza. Esto incluye aumentar la frecuencia cardíaca, dilatar las vías respiratorias y redistribuir el flujo sanguíneo hacia los músculos para la acción inmediata.
- Corteza prefrontal: La corteza prefrontal, que es la parte del cerebro responsable del razonamiento y la toma de decisiones, puede verse afectada durante episodios de ansiedad. La preocupación excesiva puede dificultar la capacidad de pensar con claridad y tomar decisiones lógicas.
- Sistema de neurotransmisores: La ansiedad también está relacionada con cambios en la actividad de los neurotransmisores, como la serotonina y la noradrenalina. Desregulaciones en estos neurotransmisores pueden influir en el estado de ánimo y la sensación de bienestar.
Por su parte, el estrés se manifiesta en nuestro cuerpo provocando reacciones tales como:
- Activación del sistema nervioso simpático: El estrés activa el sistema nervioso simpático, que prepara al cuerpo para responder a una amenaza. Esto incluye un aumento en la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la dilatación de las vías respiratorias para proporcionar más oxígeno a los músculos.
- Liberación de hormonas del estrés: El hipotálamo, una región del cerebro, detecta el estrés y libera hormonas como el cortisol y la adrenalina en el torrente sanguíneo. Estas hormonas preparan al cuerpo para la acción al aumentar la disponibilidad de energía y movilizar recursos.
- Aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial: El corazón late más rápido y la presión arterial aumenta para proporcionar un mayor flujo sanguíneo a los músculos y al cerebro, preparando al cuerpo para la actividad física.
- Redirección del flujo sanguíneo: El estrés provoca la redistribución del flujo sanguíneo desde funciones menos importantes, como la digestión, hacia los músculos esqueléticos y el cerebro para una respuesta rápida.
- Concentración de glucosa en sangre: El estrés puede aumentar los niveles de glucosa en sangre, proporcionando energía adicional para enfrentar la situación de estrés.
- Cambios en la digestión: El estrés a menudo ralentiza o interrumpe la digestión debido a la redistribución del flujo sanguíneo y la liberación de hormonas del estrés, lo que puede llevar a problemas gastrointestinales.
Por ello es tan sumamente importante tratar estos temas a tiempo, puesto que no hablamos de un simple malestar sino que tienen efectos mucho más profundos en nuestro cuerpo y nuestro bienestar general.
Normalmente, los tratamientos para combatir el estrés y la ansiedad consisten en una combinación de terapia cognitivo-conductual, medicamentos, ejercicio físico regular y técnicas de relajación.
Justo dentro de esta última parte es donde nos puede ser muy útil la aromaterapia y los aceites esenciales.
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